Nostalgias sembradas en una mente ambigua y cansada.
Re interpretando mis días sigo aquí entre laberintos sin salida, y duele, claro que duele sostener una ilusión llena de soledad interna y preguntándome cada atardecer como recorrer esta época de caos y lágrimas escondidas.
Amores perdidos que mi ego contamina y disfruta con el paso del tiempo, puedo sentir su burla y regocijo triunfante de creer que ganó la batalla. Sin dudar le expreso una sonrisa porque no sabe que ya la perdió.
Soy el viajero del tiempo le dije y sorprendido se quedó en silencio. Al ver que estaba distraído corrí sin rumbo y sin mirar atrás cansada terminé en una estación que a lo lejos se veía la sombra de un tren a toda marcha.
Me acerqué esperando que se detuviera y una ráfaga de viento helado recorrió mi cuerpo, al detenerse subi rápidamente y mirando por la ventanilla mientras el tren marchaba vi a una mujer desesperada por subir, corrí hacia donde se encontraba el maquinista, agobiada le dije que había dejado a una pasajera en el andén, sonrió y solo expresó; no es el único tren, me volví hacia el último vagón mirando por la ventana la mujer ya no estaba allí.
Bajé en la estación siguiente esperando el próximo tren para verla pasar, horas, días y meses transcurrieron mientras sentada allí esperaba por un tren que nunca llegó.
Un sueño profundo me tomó por sorpresa y sintiendo una ráfaga de viento helado me vi gritando desesperada queriendo abordar un tren, y mi ego sonriendo me dijo... volví a ganar la batalla.
Marisa Agliozzo.
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