Y aunque del amor jamás se duda nos enfrascamos en conversaciones que tal vez no son profundas, damos vueltas por todos lados, yo siempre apurada y ella con más tiempo y ganas, intento explicarle que mis tiempos son otros, que esta vida que me tocó es muy distinta a la que ella tuvo, que el mundo cambió demasiado rápido y la vida nos dio varios sopapos, y me olvidó que a ella también la vida la golpeó, al fin y al cabo todos en algún momento salimos lastimados, nos paramos, peleamos, vivimos, sobrevivimos, lloramos pero también disfrutamos. Que este camino no siempre es feliz y plano y más de una vez subimos, bajamos, nos hundimos y reflotamos.
El día me agarró más sensible y fui a buscar eso que tal vez tenía perdido por miedo a ser juzgada por mamá, necesitaba su mirada, su consejo que siempre esquivo, sus palabras que me enojan porque son muchas veces certeras y otras tantas opuestas y ahí estábamos las dos con los celulares encendidos hablando de corazón a corazón, contándole de mis ausencias, de mis penas, de mis tristezas, de mis logros y de mis alegrías.
Sabia madre la mía que después de larga charla dijo en voz suave pero firme “Anda y parate frente a la foto de Pedro, ¿Qué te diría?” puff, que buena idea, tanta vuelta dando al tema y tan fácil la respuesta. La charla terminó y caminé hacía la foto donde los dos estamos felices bailando, me pare y con mis dedos recorrí su rostro, sonreí porque eso era lo que me provocaba siempre, y para mis adentros dije suave “ay bicho, como te extraño, que me dirías hoy?”, como una lluvia de estrellas imagine sus mil respuestas y lloré, lloré porque muchos juzgan mi sentir ante la ausencia, lloré porque extraño sus cuidados y su amor inmenso y cierto, lloré porque creí que estaba repuesta y la herida se abrió y supura cada tanto, en un instante las lágrimas fueron risas, los recuerdos me hicieron volver a mi y a lo que soy, a darme cuenta de lo que valgo, lo que merezco, el mensaje era claro. Quererse ante todo, no perderse en los otros, respeto, amor y risas, la verdad aunque duela, ser sinceros y sobre todo honrar la vida.
Gracias mamá por tus palabras, gracias vida.
Mechi Mastandrea
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Publicado con permiso de su autora
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