Camino con mi ticket, hago la fila y sujetando el papel con la mano acalorada tengo nervios, me contaron que esta montaña rusa es muy fuerte, da vueltas, marea y a veces uno se siente mal, pero yo me banco los desafíos y me subo igual. Cada paso en la fila me lo vuelvo a plantear, puedo girar dar la vuelta y salir pero ya hay mucha gente amontonada atrás y se complica, así que avanzo sin pensar.
Llegó el momento de subir al carrito, me duele la panza, creo que me arrepentí, ojalá hubiese hecho caso a los nervios del antes, hubiese girado y entregado el ticket entre mis dedos pegoteados, a alguien más, ya tengo el cinturón puesto y me agarró fuerte de la barra, uy, como tomé esta decisión, si me avisaron que esto no era fácil.
El tren con los carritos avanza despacio, escucho el ruido de los metales que lo sostienen y quiero bajar, ya esta sensación no me gustó, esto esta mal. Comienza a subir empinado y siento el viento en la cara, me despeino y me rio un poco, hay adrenalina, ya pasa lo peor, seguro, y me divierto.
Llega a la primer cima del circuito y en un segundo se desliza la fila de carros a toda velocidad sacudiendo mi todo, grito, me aferro a la barra, grito “mamá”, me quiero bajar, estúpida yo que me meto en donde no tengo que estar.
Comienza a una velocidad infernal, da vueltas, me revuelve el estómago, me confunde, no se si estoy mirando para arriba o para abajo, quiero detenerlo, quiero seguir, me río, lloro, se mezclan emociones, la locura absoluta que dura este tiempo, pega una curva y hace un rulo que me deja con los pies colgando, pienso que mis zapatos se caerán, en un segundo lo que cuelga patas para arriba es mi pelo, mi cabeza estalla, se llena de sangre y siento explotar, quiero que siga, quiero que termine. Los minutos se hacen siglos y me confundo en el camino, cierro los ojos y allá voy, ya no pienso, solo siento.
Última bajada a toda velocidad y de pronto un freno fuerte, respiro hondo, qué espanto, esto no me gusto, esto no es para mí, como fui tan sonsa, como me subí.
Me saco el cinturón y tambaleante bajo, camino en zigzag y me siento en el primer banco que encuentro, bajo la cabeza y la apoyo entre mis piernas mientras pienso NUNCA MÁS; lo sabía, me lo dijeron, insistí. La próxima vez que la vea tengo que recordar estos sentimientos y huir, la calesita es mucho más linda y trae suerte y sortijas, tal vez más simple, tal vez más sencilla, pero definitivamente más sana y feliz.
Camino de vuelta a mi grupo de gente, algunos se ríen, otros me dicen lo que ya se, nos abrazamos, medio llorando medio riendo, Ya está, se terminó la locura, vuelvo a ser YO, en MI.
Año loco, de vueltas, miedos, sustos y grandes decepciones , también alegría y vida.
Montaña rusa
Diciembre 2022
Publicado con autorización de su autora
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