Las familias de las personas desaparecidas en México no sólo deben vivir con el dolor de la ausencia de sus seres queridos, sino también con la revictimización de la que son objeto por parte de las instituciones del Estado, por organizaciones de derechos humanos e incluso por la sociedad misma, pues son ignoradas, engañadas, criminalizadas e invisibilizadas.
Durante la presentación del libro “La Presencia de la Ausencia, historias de personas desaparecidas y reflexiones en torno a la desaparición en México” señale que nunca se pensó que este flagelo ocurriría en nuestro país y mucho menos que se convertiría en la grave tragedia que lo envuelve.
En el evento participaron Jesús Peña, representante en México de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos; Jorge Verástegui, defensor de derechos humanos; Angélica María Ávila Ramírez, de FUNDENNL; y Daniela Rea, periodista.
Hoy debe reconocerse una realidad en la que hay decenas de miles de personas desaparecidas de todas las clases sociales, en todos los rincones del país, ya que no hay una sola entidad federativa en la que pueda decirse que no han ocurrido desapariciones de personas.
La problemática debe enfrentarse sin dilaciones, revisando el marco jurídico y configurando una ley en la materia de aplicación en todo el país, que coordine las responsabilidades de los tres órdenes de gobierno y que concrete los distintos mecanismos que los familiares han propuesto.
En el Senado de la República las y los legisladores no han permanecido impávidos ante la revictimización que sufren las familias de las víctimas de este delito, sino que han trabajado de la mano con ellas a fin de construir una ley funcional y entre los preceptos plasmados está que el inicio de la búsqueda de la persona desparecida ocurre desde el momento en que es presentada la denuncia.
Además del inicio del proceso de búsqueda de una persona desaparecida, otros preceptos que ya están consensados es que el delito es imprescritible, y que la definición del tipo penal es acorde con lo señalado por el Comité de Desaparición Forzada de Naciones Unidas y con tratados internacionales con los que el Estado mexicano tiene vinculación.
Un libro como “La Presencia de la Ausencia” es parte ya de la construcción de la ley en la materia, los sentimientos que vierten cada una de las historias, no sólo deben conmovernos, sino obligarnos a discutir y aprobar en este período de sesiones la ley que nos exigen las familias de las víctimas de desaparición forzada y la cometida por particulares.
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