VALÓRATE MÁS. Cuando no te valoras lo suficiente, y piensas que vales menos que los demás, entonces ellos tienen poder sobre ti. Conecta con la mejor parte de ti, resalta tus cualidades y capacidades, minimiza tus limitaciones y evita compararte con los demás para medir tu felicidad.
GUÍATE POR EL CORAZÓN. Si eres de los que constantemente buscan el consejo o la aprobación de los demás, necesitas mirar hacia dentro y escuchar lo que te sugiere tu corazón. Déjate llevar por lo que sientes, conoce tus verdaderos sentimientos y deseos, y atrévete a valorarlos y a expresarlos para que puedas tener una vida plena.
CAMBIA LOS PENSAMIENTOS NEGATIVOS. Generalmente son estos pensamientos los que alimentan el pesimismo, los temores y la sensación de ser víctima de los demás. Conscientemente quítale atención a las ideas negativas y crea un pensamiento positivo para comenzar a reprogramar tu manera de pensar.
MANTENTE ANIMADO. Sal a caminar, recuerda momentos agradables y divertidos, comparte con personas entusiastas y optimistas, ponte en movimiento para que puedas sacudirte el desánimo y ganar entusiasmo por tu vida.
MANTENTE ENFOCADO. Concéntrate en hacer una sola cosa a la vez para que puedas recuperar la fuerza y la claridad necesarias para cumplir con cada una de ellas con excelencia.
BUSCA UN ESPACIO DE CALMA. Busca un lugar donde puedas refugiarte, al menos, una vez cada día por 10 minutos, para serenar tus emociones y aquietar los pensamientos. Un lugar al aire libre y en contacto con la naturaleza te permitirá recuperar la calma fácilmente.
ESTABLECE TUS PRIORIDADES. Cada noche, antes de acostarte, haz una lista con los asuntos pendientes y las responsabilidades del día siguiente, y toma en consideración el tiempo real que te tomará cumplir con cada una de ellas. No te extralimites para que puedas hacerlo sin sentirte agobiado y revísala cada mañana.
CUIDA TUS PALABRAS. Evita quejarte o lamentarte por lo que tienes que hacer y habla sólo si tienes algo positivo o constructivo que decir. No transmitas rumores o noticias negativas a menos que sirvan para prevenir en verdad de un peligro.
HAZ ALGO QUE TE GUSTE. Escuchar tu música preferida, tomar una taza de té, darte una ducha larga de agua calentita, leer un poco de esa novela que dejaste a la mitad, practicar tu deporte preferido... pueden ser actividades que te relajen y te saquen una sonrisa.
CREA UN RITUAL DE AGRADECIMIENTO. Al final del día, reconoce todo lo bueno que te sucedió y agradece por cada uno de esos regalos esenciales. Despídete de todas las preocupaciones que hayas tenido, pensando en que las afrontaste de la mejor manera.
Maytte Sepulveda
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