Todos podemos tener nuestros momentos de malhumor que se consideran totalmente normales, siempre y cuando no sea una conducta habitual. Si el malhumor se instala en forma permanente en nuestra actitud y comienza a ser algo más que circunstancial, deberíamos conocer las causas y hacer algo al respecto.
Quién nunca convivió con un malhumorado en la vida? Por supuesto, a todos nos puede pasar que alguna vez estemos de malhumor. La falta de dinero, los problemas domésticos, los trastornos premenstruales o el tránsito o las colas para hacer trámites no ayudan a mantener el buen humor de nadie. Sin embargo, de una manera o de otra, la mayoría de las personas consiguen superar todo eso. El que “es” malhumorado, no. Esta forma de ser puede tener o no motivos que la generan. Si los hubiera, lo mejor es intentar descubrirlos para modificar las consecuencias que puede provocar en las relaciones interpersonales y en el propio desarrollo.
Radiografía de un mal humorado
- Muchas veces no tienen mayores motivos para su estado de ánimo.
- Les molesta la compañía pero, por otro lado, se quejan porque están solos, se aburren pero no tienen ninguna iniciativa. Viven contando sus problemas pero son incapaces de escuchar a los demás.
- Son personas eternamente disconformes, intolerantes e individualistas que no pueden ser felices de ninguna manera. Por lo general, a través de su malhumor canalizan sus energías negativas provocadas por sus desequilibrios emocionales y lo han convertido en un hábito.
- Son muy difíciles de tratar porque creen tener siempre la razón. Poseen una visión pesimista del mundo.
El mal humor como enfermedad
Muchas veces el malhumor crónico señala un trastorno de la personalidad que se conoce en psiquiatría como distimia, ésta es una forma leve de depresión. Los síntomas son una personalidad con cierta tendencia depresiva; se agrava si la persona vive situaciones que por alguna razón no puede resolver. El tratamiento convencional en estos casos, combina psicoterapia con antidepresivos. También en las terapias alternativas hay muchos recursos para acompañar y complementar la terapéutica tradicional.
¿Ver el vaso medio vacío o medio lleno?
Todos atravesamos por problemas que nos producen sufrimiento. La cuestión no es sólo resolverlos sino conocerlos y aprender a vivir con ellos de la mejor manera posible.
En ocasiones llamamos problemas a ciertos desafíos que la vida nos impone y que no son más que oportunidades para evolucionar y no quedarnos estancados; otras veces llamamos problemas a situaciones comunes de la vida dándoles una connotación trágica que no se merece-rían si aceptáramos que son inevitables.
Personas con un corazón dolido
Nadie percibe que por detrás de la ansiedad, escepticismo y tremenda autocrítica, vive un corazón atormentado. En esos casos puede ser positivo un momento de pérdida de control para que el problema aflore y se encamine hacia una solución terapéutica. Y si tenemos en cuenta que la depresión está asociada a sentimientos de frustración y pérdida afectiva o material, además de la dificultad de lidiar con el sufrimiento, el ideal es incentivar a esa persona a buscar salidas que fortalezcan a su yo y rescaten su verdadera personalidad, amenazada por la fragilidad y por la baja autoestima. En el fondo su malhumor esconde una enorme decepción en relación a sí mismo y a la vida.
TÉCNICAS PARA TERMINAR CON EL MALHUMOR
- A la mayoría les gusta que los dejen tranquilos, que su ofuscación se vaya con el tiempo. Hay veces en la que aparece esa persona que busca quitarle el malhumor, simplemente, con una sonrisa o con un comentario, al menos por un rato. Pero otras veces, sólo se necesita espacio, dejar que la mente se enfríe.
- Si situaciones de malhumor suceden en su familia, esté atento a la duración de los repentinos hechos. Observe también si el desempeño escolar, profesional y social de esa persona cambió o decayó.
- Los malhumorados, simplemente, no consiguen vencer los pequeños obstáculos de lo cotidiano, explotan, gritan y acaban lastimando a las personas más queridas. Cuando las cosas y las personas involucradas estén bien esclarecidas, ya se habrá dado un gran paso hacia la recuperación, pudiendo superarse las dificultades de comunicación y relación.
- Para finalizar, como decía Buda: “Si la gente no se odiara tanto a sí misma no habría guerras. El odio a uno mismo se proyecta a los demás entonces odian también a los demás”.
Fuente: Buena Salud
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