Tomar la decisión, en pareja, de vivir juntos y un empezar un camino compartido, hace que las perspectivas y expectativas del futuro sean bastantes. A veces, éstas pueden llegar a ser diferentes en pareja. El planificar una boda es un evento de mucha emoción y alegría, donde la pareja descubre nuevas facetas y lados que no se conocían y que pueden llegar a crear diferencias o también nuevos encantamientos. Esta planificación hace que las prioridades vayan cambiando; y se demuestra con cómo hombres y mujeres son diferentes, y lo que esperan es distinto.
El evento que se vuelve la boda hace que se vea como un sueño, se vive todo así. Es vivir emociones en grande, donde la ilusión crece y crece cada día con cada momento, cada regalo y cada sueño cumplido. Aquí es donde se van creando las ideas de que el próximo paso, el vivir juntos, será así de bonito, como de ensueño, donde todo será lindo y donde serán solo alegrías. Sin embargo, la realidad llega a ser otra en muchas de las ocasiones. La etapa de preparativos e ilusión hace que se descuide el platicar sobre las expectativas que se tienen para cuando estén juntos y hacer acuerdos para que el vivir juntos sea una experiencia buena. El sueño que se va realizando hace que se descuide la realidad próxima.
Después de la boda y la luna de miel, la realidad va cayendo en cuenta en la relación y ésta es puesta a prueba. Los primeros meses son de acomodamiento, de hacer acuerdo y de aprender a conocer mejor a la pareja. Este convivir en pareja hace que se descubran cosas en la pareja o de la relación que no se habían platicado o pensado que podían ser parte de su nueva vida juntos.
La convivencia va descubriendo los hábitos, costumbres y dificultades que se tienen en lo individual y que ahora se llevan a la pareja. Es como irse quitando máscaras y vendas de los ojos, es como empezar a presentarse a la pareja tal cual es uno. Lo malo es que hasta este momento se va poniendo a "prueba" el amor y también el compromiso que se hizo de estar juntos, es el ver que ahora sí se tiene confianza en pareja para mostrarse con virtudes y también con defectos.
Estos primeros problemas de costumbres y hábitos diferentes van desde la hora y forma de levantarse o acostarse, hasta la rutina alimenticia. Estos problemas pueden llegar a ser leves, que con la negociación se solucionan, pero también hay otros que chocan con los hábitos y costumbres propios, que pueden llegar a causar problemas serios, y hasta separaciones.
Cuando hay tanto problema para acoplarse, cuando surgen tantas diferencias en los primeros meses, se comienza a pensar que el noviazgo fue como de fantasía, porque la realidad es otra cuando despertaron juntos. Es como toparse con el descubrir a dos personas, una la del noviazgo y otra en el matrimonio. Es hasta pensar que se fue engañado y que además la persona de la cual se enamoraron no era real.
Siempre se habla de que la comunicación es la base de una buena relación, pero cuando se trata de estar en pareja, la comunicación no solo debe ser asertiva, sino que también debe incluir la sinceridad de saber y de compartir quién en realidad es uno. La verdadera confianza se da cuando logramos quitarnos las máscaras y comunicar quién es uno en la vida diaria: cómo son los horarios, los hábitos que hacen que uno funcione y las costumbres impuestas por la familia o propias que se van dando.
La solución está en el tener una comunicación asertiva, honesta y abierta, desde el noviazgo. Cuando ya se está en el matrimonio, se debe hablar y compartir sobre estas diferencias, no dejarlas pasar, porque dejarlas pasar puede ser un gran problema más adelante, es ir dejando que se forme una gran bola de nieve. También se debe tomar en cuenta que el echar en cara, hacer de menos o ridiculizar no ayuda a la solución. Es hablar buscando soluciones y encontrando el porqué del comportamiento.
Estas diferencias se pueden moldear sobre todo cuando se logra entender cuál es el punto y la molestia de la pareja, empatía. Otro punto es el hacer un análisis personal, sobre cuáles son las cosas que uno también hace que pueden llegar a molestar a la pareja, y luego también ver qué cosas se pueden cambiar, o modificar. La comunicación para esta negociación funcione tiene que ir incluyendo el respeto por la pareja, que incluye hábitos y costumbres. Cuando de verdad se quiere y valora la relación, esta comunicación fluye y los acuerdos llegan a ser respetando la individualidad para lograr una mejor convivencia en pareja.
Yoshi Alcalá
Psicología y Sexualidad
Licda. Psicología Clínica
Conferencista en temas de Sexualidad
Publicar un comentario