No olvides halagar el amanecer en el que naciste otra vez, para honrar tu acuerdo de triunfar en este mundo.
Convierte cada instante en una celebración por estar aquí, hasta haber transformado la promesa sagrada en sentimientos, pensamientos y actos propios que hagan de ti un transmisor de luz en lo cotidiano de tu vida.
Si en algún momento de tu existencia recuerdas haber firmado pactos mediante pensamientos o palabras, para alejarte de la promesa sagrada del alma; vuelve a usar el Verbo para decirle a la oscuridad que estás aquí para triunfar en tu tarea existencial, al servicio de la luz.
Son tiempos para sacar más fuerzas que nunca, brillar con luz propia y sembrar semillas de paz por toda la Tierra.
Somos uno… aunque se nos olvide torpemente a la hora de vencer los demonios propios. Nuestra dedicación debe alejarse de los caprichos del ego.
Nuestros corazones están entrelazados y desde aquella unidad, podemos cumplir juntos la promesa sagrada de despedida del lado inhumano del Ser humano.
El caldero del amor cósmico está encendido para quemar todos los dolores, miedos, tristezas, que entorpecen nuestro vuelo hacia un reino más alto, donde se funden el cielo y la tierra.
La zona de transición es peligrosa, mas cultivando la alegría de vivir, festejando cada nuevo amanecer y recordando que el Espíritu mora en nuestros corazones; podemos irradiar sin tregua la luz dorada que él nos provee, para reformar las pesadillas en el sueño más bonito que haya podido vislumbrar la humanidad.
Celebrando cada día con actos de amor y luz la promesa sagrada, perfilamos el sendero que encauza al reino milagroso.
Que la fe inquebrantable sea nuestra gran aliada; que no temamos soñar con el nacer de una verdadera humanidad.
In Lak´Ech
Publicar un comentario