Muchas veces nos desesperamos
por la cantidad de problemas
que tenemos que afrontar diariamente:
en el trabajo, en la casa,
en cualquier otro lado.
Parecería que fuéramos
de problema en problema;
no terminamos de salir de uno
cuando ya aparece otro.
En esos momentos solemos decir:
“¡Que feliz sería
si no tuviera tantos problemas!”
Sin embargo,
este es un enfoque equivocado.
Mientras vivamos,
la vida nos presentará inevitablemente
problemas para resolver,
y el hecho de ser feliz
no está relacionado con la existencia
o no de problemas
sino con la manera en que los enfrentas.
Piensa un poco en
qué es una situación problemática.
Se dice que tenemos un problema
cuando algo no se produce
de la manera que nos gustaría.
No ganamos lo que nos gustaría,
los hijos no se portan como nos gustaría,
o simplemente el tránsito no avanza
tan rápidamente cómo nos gustaría.
¿Sería posible que todo ocurriera
de la manera en que a ti te viene bien?
Obviamente que no,
aunque más no fuera por la razón
de que muchas veces lo que es
el beneficio de uno es el perjuicio del otro.
Entonces vemos que los problemas
son una parte ineludible de la vida.
Pero no debemos verlo
como un mal irremediable,
sino como una oportunidad para superarte.
Cada problema
es una oportunidad
para ejercer tu razonamiento,
que es la manera de crecer.
Desconozco a su autor
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