Jose Luis Duarte Jose Luis Duarte Author
Title: Reglas básicas de convivencia
Author: Jose Luis Duarte
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El otro día encontré en Facebook este simpático y ciertísimo recordatorio acerca de las reglas de convivencia: "¿Llegó?: Salude. /...
El otro día encontré en Facebook este simpático y ciertísimo recordatorio acerca de las reglas de convivencia:

"¿Llegó?: Salude. / ¿Se va?: Despídase. / ¿Encendió?: Apague. / ¿Abrió?: Cierre. / ¿Desarmó?: Arme. / ¿Rompió?: Arregle. / ¿Ensució?: Limpie. / ¿Mojó?: Seque. / ¿No sabe cómo funciona?: No toque. / ¿No sabe hacerlo mejor?: No critique. / ¿No vino a ayudar?: No moleste. / ¿Pidió prestado?: Devuelva. / ¿No le pertenece?: Pida permiso. / ¿Habló?: Hágase cargo. / ¿Ofendió?: Discúlpese. / ¿Prometió?: Cumpla. / ¿Compró?: Pague. / ¿Ama?: Dígalo."

Disculpen que no les incluya al genial autor, pero no lo decía la publicación, así que pido permiso para usarlo así sin referencias bibliográficas. 

En principio es muy relajante y risible, pero si uno se toma la molestia de pensar un poco en el contenido de las palabras que incluye, descubrirá que son realmente importantes. Hace muchos años leí el libro "Todo lo que necesito saber lo aprendí en la escuela infantil", de Robert Fulghum. En el libro se hace referencia a que las personas desarrollamos el 80% de nuestra personalidad de los 0 a los 5 años.

Imagínense, si nosotros no ponemos atención a lo que aprenden los niños, vamos a desperdiciar una ventana de conocimiento sumamente importante. Él plantea que durante esta etapa de la vida es cuando se nos enseña a las personas a convivir en sociedad, a respetar a las personas, a ser parte del entorno y a ser un miembro importante dentro de la comunidad.

De alguna forma, cuando crecemos sentimos que ya somos muy maduros e importantes como para aplicar estas reglas aprendidas de bebés. Pero, en realidad, no cambiamos tanto, solamente en apariencia; y con un abrir y cerrar de ojos "olvidamos" esos valiosos aprendizajes, que sinceramente en el mundo de hoy vendrían muy bien para que tuviéramos una mejor sociedad.

¿Qué quieren decir con estas reglas básicas de convivencia? Básicamente que te hagas responsable de tus actos. Desde que somos pequeños aprendemos a decir gracias, pedir por favor, pedir perdón, a recoger nuestro desorden; si lo pensamos bien, la sociedad se vería muy beneficiada si pudiéramos mantener vigente este aprendizaje y llevarlo a todos los aspectos de nuestra vida.

En su libro, Fulghum explica que todo lo aprendemos en términos más básicos y sencillos durante la infancia, pero puede ser trasladado al mundo de los adultos.

La primera regla que recuerdo es "compartir todo", eso lo decían para cuando dos niños se estaban jalando del pelo por un juguete o una galleta. Si lo aplicamos a la sociedad y realmente compartiéramos con los otros, ¡cuánta hambruna podría evitarse!

En este momento en Guatemala, cuando el Gobierno está en transición, podemos pensar que sería muy beneficioso si los políticos pudieran aplicar las reglas que todo niño sabe que debe seguir en la escuela. Imagínense a los jefes de gobiernos o directores de empresas multinacionales aplicando principios, tales como: "jugar sin hacer trampa, no pegarle a las personas o los animales, arreglar mis propios líos, recoger lo que regaste, no tomar algo que no es tuyo".

A nivel personal, cuando herimos al novio o a la mejor amiga podríamos recordar la regla sencilla de decir "lo siento" en lugar de criticar, pelear o culpar al otro. Los adultos dicen: "Pídele perdón viéndose a los ojos, ahora dense un abrazo o la mano" y, después de eso, los niños salen corriendo juntos felices, tomados de la mano y siguen jugando.

Si cuando descuidamos nuestro cuerpo recordáramos que "las galletas y la leche son buenas" o si cuando hemos trabajado demasiado sin parar y nuestro trabajo se vuelve ineficiente por el agotamiento volviéramos a esa época en la cual "dormir una siesta cada tarde" era necesario para no ponernos irritables.

Cada día en la escuela primaria era importante "vivir una vida equilibrada, aprender algo nuevo, pensar, admirarse, jugar, bailar, correr, pintar, dibujar, cantar"... ¿Hace cuánto tiempo no haces nada de esto divertido por ti mismo en tu día...? Si no tienes estos espacios, corres el peligro de estar aburrido y de no poner atención a las maravillas que tienes a tu alrededor.

Dagmar Polasek
Psicología General
Licenciada en Psicología Clínica
Socia Fundadora de Colegio de Psicólogos


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