Si a una persona que haya aceptado la gran promesa le preguntáramos: “¿Cuál es el primer mandamiento del cambio?”, ésta sería la respuesta: “El cambio requiere que dejemos ir lo que creemos que somos, de modo que podamos descubrir quiénes somos. El gusano destinado a convertirse en mariposa echa de sí el capullo y luego vuela y revolotea de flor en flor”.
Declara silenciosamente: No sólo estoy dispuesto a cambiar, estoy dispuesto a unirme al primer mandamiento del cambio, dejar ir lo que creo que soy.
Obviamente, antes de poder dejar ir lo que crees que eres, esta falsedad debe ser descubierta. En el espacio provisto, escribe cuatro descripciones de lo que crees que eres:
1.
2.
3.
4.
No importa lo exactas que parezcan esas descripciones, hay más. Tan preciadas como puedan ser esas palabras, debes liberarlas. Tal vez ahora descubras lo difícil que puede ser el cambio. Nada es sagrado cuando entra en el reino del cambio.
Desconozco a su autor
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