¿Cómo sabes que no puedes alcanzar algo si realmente no has dado todo de ti?
¿Cómo sabes que tu enemigo no está destinado a convertirse en tu mejor amigo si aún no te has acercado a él con un corazón abierto?
Intentar lo que pensamos que nunca intentaríamos puede llevarnos a sentir cosas que nunca pensamos que sentiríamos, lo que amplía nuestros horizontes y crea una vida mucho más enriquecedora.
Por una parte, es bueno nunca darse por vencido, pero por otra parte hay momentos en los que necesitamos rendirnos a la voluntad de Dios. Existe una delgada línea entre la perseverancia y la testarudez. Así que ¿Cómo podemos conocer la diferencia?
Si bien no todas las situaciones son iguales, existe una manera para ayudarnos regularmente a conocer si la mejor decisión es continuar o dejar ir.
Si sólo se trata de que obtengamos lo que queremos, probablemente estemos siendo testarudos y es mejor dejar ir.
Cuando el beneficio de los demás está en riesgo, es momento de nunca rendirse.
El éxito no se trata de si ganamos o perdemos. No se trata de si llegamos en primer lugar; tampoco sobre cuánto dinero hacemos ni sobre lo que alcanzamos.
El éxito ni siquiera depende de un resultado.
El éxito ocurre cuando hemos dado y continuamos dando todo lo que hemos obtenido.
Yehudá Berg
Publicar un comentario