Jose Luis Duarte Jose Luis Duarte Author
Title: Indicadores de maltrato psicológico en la pareja
Author: Jose Luis Duarte
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Es fundamental reconocer e identificar entre la violencia psicológica y la violencia doméstica. En la violencia psicológica se debate la vio...
Es fundamental reconocer e identificar entre la violencia psicológica y la violencia doméstica. En la violencia psicológica se debate la violencia privada o callada, que está dentro del acoso moral o psicológico de tres tipos, en lo que la clasificaremos: el dominio, la violencia indirecta y la separación.

Dominio: que empieza cuando comienza a faltar el afecto. Una persona egocéntrica implanta su dominio como forma de retener a la otra persona, a la vez que tiene miedo de que la otra persona se acerque tanto que llegue a invadir su terreno. En este caso a la mujer le atormenta la duda y se culpa, además de no ser capaz de reaccionar. Entonces el egocéntrico disfruta con confundir a su pareja , paralizarla y teniéndola con una gran inseguridad. A través de esta técnica mantiene a su pareja lo suficientemente lejos, en lugar seguro.

En esta etapa se puede, perfectamente matar a una persona, a consecuencia del maltrato psicológico. La mujer comienza a tomar medicamentos tranquilizantes y depresivos, incluso llega a dejar de comer, dándole a entender a su pareja que, efectivamente no es nadie. Incluso aunque se tenga una buena imagen de uno mismo, llega a no ser consciente de lo que vale.

En el momento en que el abuso es doméstico y la angustia particular es cuando en lo único que se piensa es en la muerte. Es el único objetivo que se tiene. Aquí es cuando se ha conseguido un asesinato psicológico en toda regla: bien pensado y premeditado. El sujeto siente un gran placer al saber que la mujer no es nadie. En estos casos nadie puede incriminar al asesino ya que no hay cadáver, ni rastro de sangre. La muerta está viva y todo está normal.

Violencia indirecta: también conocida como perversa. Suele aparecer en los momentos de crisis, y se ocasiona cuando un sujeto con defensas perversas no sabe asumir la responsabilidad de una difícil elección. Es mostrada a través de faltas de respeto. Al no ser responsable de asumir sus fracasos éste descarga su ira en su pareja. Normalmente suele darse en personas que tienen un fuerte ideal de pareja, manteniendo una relación normal aparentemente hasta que llega el día en que ha de elegir entre su actual pareja y una nueva. Cuanto más fuerte es su ideal de pareja más perversa será su comportamiento. No es capaz de asumir esa responsabilidad y culpa a su pareja de la ruptura, incluso la culpa de desamor y falta de afecto.

Esto produce a la pareja una gran angustia y malestar, ya que es quien debe asumir y manejar toda la manipulación. Cuando esto ocurre la mujer siente rabia, vergüenza por haber consentido el cruel trato y las humillaciones por parte de su pareja. Ese odio acumulado aparece y se ve perfectamente, entonces se transforma en algo muy parecido al delirio de acosamiento. Así que se invierten los papeles dando lugar a que el agresor es agredido. Para que esto sea creíble el agresor busca la forma en que la víctima se comporte de manera en que su visión sea creíble.

Dicho de otra manera lo podríamos decir más o menos así: el hombre no es capaz de asumir la responsabilidad de sus actos. No hay sitio ni lugar para el diálogo o la lógica. La mujer en este caso no importa en absoluto, ya que siempre será objeto de rabia por haber desafiado la imagen que su pareja tenía de ella. Entonces él necesitará establecer otra relación que sea basada en la ira de su pareja anterior. En este caso la mujer necesita fortificar su imagen, no puede temerle a su agresor, tendrá que luchar con sus demonios y salir del chantaje de su pareja. Hay que destacar que en estas relaciones se suele caer en el error de creer que el hecho de estar enamorada basta para hacerla feliz y mejor. La deducción de esto es que en los crueles el amor y el odio deben estar separados, pero a la vez es vital; necesitan estar rodeados de ese sentimiento dañino para tener fuerza.

La separación: sucede durante el trance de ruptura o divorcio. Se trata de técnicas defensivas que a priori no pueden considerarse enfermizos. La repetición del procedimiento es que ocasiona una sensación destructora.

Cuando da lugar la separación se acentúa la maldad, la violencia oculta hasta entonces se destapa porque el egocéntrico ve cómo su víctima se le escapa. Muchos comportamientos vengativos en las separaciones o divorcios podrían traducirse más o menos así: “ para no odiarme a mi mismo vuelco mi odio en la otra persona, porque un tiempo fue parte de mí”.

Eso se llama acoso. Sucede con amantes o parejas que no quieren “soltar” a su pareja. Lo manifiestan con llamadas telefónicas prometiendo cambios que jamás cumplirán. Cuanto mayor es el impulso de dominio, más crece el rencor y la rabia.

Normalmente las víctimas se defienden mal, sobre todo cuando creen que adoptando un comportamiento generoso piensan que escaparán de su agresor. El egocéntrico lo que hace es destruirla, haciéndola dudar de ella misma y de todos los demás. Todo vale: insinuaciones, mentiras, absurdos…

A la víctima no debe afectarle en absoluto todo esto, no debe tener ninguna duda de si misma ni de las decisiones que haya podido tomar. Sería un gran acierto aceptar que el agresor se negara a tener relación directa, así podría demostrar completamente la total incapacidad de su víctima.

Las personas que actúan de este modo, de forma violenta, no hacen otra cosa que repetir lo que vieron en su familia, en su infancia. Nadie puede obtener completamente el papel de controlador o maltratador por sí mismo.

Nadie puede cargar con la desgracia ajena y hacerla propia. Recuerda algo: Tú no naciste para destruirte, si no para construir y aprender de errores y de lecciones que son parte de la vida.

“Si te enojas cuando se enoja, satisfaces a ese constructor de infiernos. Deja que tu calma ahuyente a ese vampiro emocional” – Alejandro Jodorowsky

Vanessa Arjona

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