“El que muere entra simplemente dentro de nosotros, mientras vivía era algo exterior que obraba sobre nuestros sentidos. La muerte le ha dado, le ha devuelto, mejor dicho, la identidad espiritual con nuestro yo. Nada pues, nos acerca tanto a los seres como el morir”
Amado Nervo
Cuando hemos vivido la experiencia de la muerte de un ser querido que hemos amado profundamente, es comprensible que inicialmente nos abrumen sentimientos de dolor, impotencia, enojo , angustia y tristeza ; todas esas emociones nos hacen percibir inicialmente a la muerte como un evento trágico, cruel, injusto, terrible, caótico, etc.
Alrededor de la muerte suceden muchas cosas, si hemos amado con profundidad, significa que hemos dado una parte de energía vital a esa persona, y cuando muere , la parte que se ha dado a esa otra persona la abandona por completo y regresa al muerto, por eso se puede llegar a sentir que también te ha abandonado algo, que algo de ti ha muerto, un vacío interno, una profunda herida, una brecha abierta.
¿Por qué a mi?
El ser humano niega inconscientemente la muerte, cree ingenuamente que la muerte le sucede a los otros y que el ciclo biológico sigue predominando en el proceso del morir: ” son los hijos los que DEBEN enterrar a los padres, son los ancianos los que DEBEN morir primero, son los enfermos graves los que DEBEN morir”
Y cuando la muerte se hace presente en nuestros hogares, es común enojarnos con la vida y con lo que nos rodea, sobre todo por que nos sentimos atacados y castigados, y es que la falta de consciencia que se tiene para el vivir y para el morir, nos aleja de integrar la muerte en nuestro presente, en nuestro ser, en nuestra familia y a todos los que amamos.
Más la realidad de la vida nos enseña cada día que la Muerte no cumple condiciones humanas, ni expectativas ni sueños, la muerte sólo obedece al principio universal al que sirve con amor.
La revelación
La muerte tiene un significado y una revelación personal, a cada uno corresponde hacer un proceso donde se encuentren respuestas y otorguen un valor y sentido a lo que representa vivir con una ausencia y un corazón lastimado.
La muerte ahora ya está en la conciencia, con una gran revelación: nos hace sentir impotentes e indefensos, nos hace sentir que no somos, desaparece la ilusión de ser.
¡¡No pospongan el amor!!
Vivimos rodeados de la muerte que nos priva de aquellos a quienes amamos y que algún día privará a quienes nos aman de nuestra presencia.
Ante esa realidad universal, ya no podemos darnos el lujo de dejar la vida pasar, ya que cuando vemos a nuestros seres amados vivos somos avariciosos con el amor, porque pensamos que podremos amar mañana o pasado, y la mente siempre lo pospone todo, la mente tiene miedo de amar porque el amor es demasiado y la mente no puede controlarlo, el amor la supera, el amor crea caos y la mente siempre intenta crear cierto orden, por eso la mente siempre pospone el amor.
Pero si tu ser amado está enfermo, o ya has pasado por la experiencia de la pérdida, ya no es el momento de posponer nada, la conciencia del tiempo que vivimos , de presente nos conduce a vivir con más plenitud nuestros días, no habrá reproches, culpas, enojos, si nos llega el momento de despedirnos y nuestros días los hemos vivido de esta manera……
Cuando no hay futuro, la mente no puede seguir controlándote, cualquiera puede morir sin necesidad de estar enfermo, por eso nunca pospongan el amor, pueden posponer otras cosas pero no el amor, y quién nunca pospone el amor se convierte en el amor mismo y eso es manifestación divina.
Reflexión Final
Todos los que están en sufrimiento por una pérdida pueden, si tienen la voluntad, encontrar la fuerza para declarar que a pesar de ese dolor, de la ausencia y del silencio, la vida debe seguir adelante. La muerte puede llevarse el futuro, nunca el pasado. Lo que hemos vivido, compartido, reído y llorado, peleado y reconciliado, los abrazos y las caricias, las palabras y los silencios, cada uno y todos los momentos han sido tan intensos, que son una parte inseparable de nosotros.
La vida continúa y puede ser buena, no porque los hayamos olvidado; justamente lo contrario. Porque hemos elegido recordar. Recordar sus cualidades y defectos, sus ideas e ideales, su amor.
Podemos elegir quedarnos con ellos en vida, y entregados a su muerte buscando recuperar la vida misma desde esta oscuridad que nos domina, pero que indica la luz de la esperanza para la sanación de nuestro dolor.
¡No permitan que el sufrimiento sea su constante compañía, hay que darnos cuenta que el dolor se origina en el amor incondicional que sentimos por nuestro ser querido y que podemos alegrarnos en ese amor que nunca morirá!
Les deseo
Amor, Sabiduría, Paz y Consuelo
Psic. Socorro Ceja
http://grupoluzyverdad.org
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