Eres tu quien decide cómo vas a responder a cada situación que se presenta en tu vida, y de qué manera esta, te afectara. Si lo haces con temor, resentimiento o agresividad, es probable que te resulte más difícil resolverla, porque al dejarte llevar por tus emociones alteradas, tus pensamientos se tornaran pesimistas, impidiéndote reconocer, las posibilidades, las oportunidades y los recursos necesarios para superarla.
La felicidad no se puede medir por la ausencia de inconvenientes o problemas, sino por la capacidad de adaptación, aceptación y la forma de afrontarlos y resolverlos de la mejor manera posible, usando los recursos internos y los elementos que tenemos a la mano.
¡Si solo tenemos un limón... Hagamos una limonada!
Lo que podemos hacer:
Estar presentes.
Es importante, aprender a ocuparnos de una cosa a la vez, enfocados en lo que está sucediendo aquíy ahora. Por lo general, nos agobiamos y paralizamos, al tratar de imaginar todo lo negativos que nos puede llegar a suceder o todos los obstáculos que tendremos que enfrentar.
Mantener la mente abierta.
Si en lugar de cerrarnos a una idea, logramos ver más allá... podremos reconocer las alternativas que tenemos para afrontar, manejar o resolver la situación asertivamente. También, podemos buscar el apoyo de otra persona que por su experiencia, conocimiento o preparación, nos pueda dar una buena sugerencia para hacerlo.
Buscar lo positivo.
Cuando tenemos un estado de ánimo alto, la vida nos parece más fácil y los problemas más pequeños y más sencillos de resolver. Sin importar lo difícil que te parezcan las circunstancias, procura mantener siempre una actitud positiva, optimista y entusiasta. Deja de quejarte y de lamentarte por lo ocurrido y más bien, enfócate en buscar y resaltar lo positivo que también está presente en cada situación, así, te será más sencillo, ganar la fortaleza y la confianza, que te ayuden a superarla más fácilmente.
Conservar la calma.
"Cada día trae su afán decía mi abuela", no te presiones, más allá de tu capacidad en el momento. Da un paso atrás y pon un poco de distancia entre tú y la situación, para que puedas analizarla objetivamente. Si tienes que reclamar, hazlo con inteligencia y sin afectación; evita devolver la agresión, tomate el tiempo necesario para pensar en la mejor manera de responder, así podrás expresar tu punto de vista con serenidad, objetivamente y sin perder la cabeza.
No te dejes llevar por los prejuicios.
Se realista, evita ser dramático, es probable que tiendas a confundir la realidad con tus pensamientos negativos, cuando exageras la dificultad. No trates de buscar soluciones, mientras estés afectado, recupera la calma y la claridad mental que te permitan tomar una buena decisión. ¡Resiste el impulso de reaccionar y más bien, actúa por conciencia!!
Maytte Sepulveda
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