para encontrar
tus ojos vidriosos
de tiempos iracundos.
Llueve... se ven a lo lejos
las sogas hirientes
de los tiempos cerúleos.
Quedo sola,
oigo el sonido de los escapularios
que temen al sonambular
de las penas agonizantes.
No veo los extremos
que me separan de la brisa rígida
que detuvo la canción
de las copas rotas.
Voy tras la niebla,
allí vives,
el luto invade los espacios
que una vez te vi teñir de fucsia.
Los lunares de vidrio
Lloran de soledad del traje
de la fiesta de nuestro encuentro.
Solo quedan varas de papel ocre
Que pasean por las aceras
roídas de la vida de concreto
Mariela Lugo
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