Es importante aprender a expresar nuestro malestar cuando nos sentimos maltratados, ignorados o abusados, pues de lo contrario estos sentimientos se convertirán en un gran resentimiento, haciendo que tengamos la peor opinión del otro y que nos convirtamos en víctima de la situación sin darnos cuenta, sin darnos la oportunidad de enfrentarla con madurez y valor.
Las diferencias personales siempre van a estar allí, lo importante es que no sean más grandes que las similitudes y las afinidades que compartimos, que no atenten contra nuestra dignidad o salud física y emocional, o que el malestar que inicialmente puedan causarnos no sea más grande que nuestro amor y deseo de crear acuerdos para hacer crecer el bienestar y la felicidad entre los dos. Muchas veces las diferencias se convierten en recursos que nos inspiran, enseñan y hacen sentir apoyados, acompañados y queridos si sabemos reconocer su efecto positivo. En una relación de igual a igual, donde existe el respeto, la aceptación y la reciprocidad, las diferencias enriquecen la convivencia.
Maytte Sepulveda
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