Este padecimiento crónico y progresivo tiene una prevalencia de 31.5 por ciento en México, y en los países industrializados se ha convertido en la causa principal de pérdida visual parcial y de ceguera en los adultos.
Ante la falta de síntomas al inicio de la enfermedad, es importante el examen oftalmológico por lo menos cada seis meses. Cuando avanza, las personas tienen visión central borrosa causada por los altos niveles de glucosa en sangre, y edema macular, es decir, presencia de sangrado y de depósitos de grasa.
La detección oportuna facilita el tratamiento para reducir la perdida visual. El método más usado es la fotocoagulación, que consiste en la aplicación de un haz láser sobre la estructura profunda del ojo, con el objetivo de producir una quemadura terapéutica en un área determinada.
También se recurre a la tomografía de coherencia óptica, que complementa la evaluación del fondo del ojo para determinar la presencia de edema macular diabético y evitar problemas graves de visión.
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