1. Sé amable, pero firme
Para hacer valer tu opinión no necesitas gritar o ser agresivo; puedes comunicar tus ideas, aún cuando estás en desacuerdo con la otra persona, de una manera cortés. La clave está en ser directo y firme. Si deseas hacer una devolución en una tienda, por ejemplo, observa la diferencia entre decir: “¿Puedo hacer una devolución?” o expresar, con amabilidad, “Necesito hacer una devolución”. En el primer caso pides permiso; en el segundo expresas tu deseo sin equívocos. Otros ejemplos típicos: “Gracias, pero no deseo un crédito; prefiero una devolución”; “El plato está frío. Por favor, pídale al chef que lo caliente”; “Entiendo lo que me dices, pero no estoy de acuerdo con esa opinión. Esto es lo que yo pienso…”; “Revisé mi agenda y no voy a poder entregar el trabajo en esa fecha”.
2. Usa el tono de voz adecuado
El correcto –sereno, modulado– denota ecuanimidad y poder. Hablar muy rápido o muy alto transmite ansiedad; hacerlo muy bajo o con pausas y titubeos, proyecta timidez o inseguridad. Para escuchar tu voz más auténtica, grábate cuando hables por teléfono. Si lo haces durante un tiempo, se te olvidará que estás grabando y hablarás en tu modo habitual. Fíjate en el ritmo, el volumen y el tono de tu voz. Toma nota de los cambios que debes hacer para proyectar seguridad.
3. Mira a los ojos
Si miras hacia el suelo o hacia un lado, das la impresión de timidez o de inseguridad (esto también puede interpretarse como señal de deshonestidad). Cuando crees en lo que dices, miras a la otra persona a los ojos de una manera cómoda y natural. Tu mirada transmite poder y seguridad en ti mismo.
4. Controla tu lenguaje corporal
Mantén el cuerpo erguido, con la cabeza en alto, los hombros relajados y los brazos descruzados. Esta es la postura relajada de la persona que está cómoda consigo misma; proyecta poder personal sin agresividad. Doblar el cuerpo, bajar la cabeza, cruzar los brazos o esconder las manos cuando hablas transmite debilidad e inseguridad, no importa lo que digan tus palabras. Jugar con el cabello, morderse las uñas, aclarar la garganta o pestañear en forma excesiva denota nervios y restan seriedad.
5. Toma el tiempo que necesites
A veces contestamos por reflejo automático, sin darnos tiempo para pensar. Antes de responder, recuerda tomarte unos segundos para pensar en lo que realmente deseas; si es necesario, compra tiempo: “Quiero pensarlo un poco más; más tarde te contesto”. “Necesito tener más información; apenas tenga una respuesta te dejaré saber”. Si la otra persona insiste, usa el sistema del disco rayado, que consiste en repetir tu respuesta original en forma ecuánime y amable, hasta que la otra persona capte el mensaje.
Giselle Balido
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