Lloraba tus tristezas, sonreía tus alegrías...
Y era espectadora, de tantos rostros que te llamaron suyo,
Caminabas de la mano, con soledades que tenían rostro
Y te creías amado, por el manifiesto de tu cuerpo.
Confundiste, alma con cuerpo y llamaste amor, al vacío de tu ser...
Y tu pasión, la vestiste de amor, buscando sentirte...
Qué solo te sentías, qué solo estabas...
Y yo, me convertí en soledad, para serte...
Y fui la piel que le sobra a la carne... y la nada que hace el todo...
Y te amo, así como te amé...
Con mis pensamientos hechos alas,
Y mi nombre siendo alma.
Sola y en silencio...
Beatriz Fonnegra.
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