Con tu mirada, el gris de la tormenta que llevaba mi destino se cubrió de soleados días y flores con colores que jamás había visto, los planetas de alinearon de forma específica para concentrar su energía en mi corazón, las fuentes se armonizaron como cantando melodías mientras me tomabas de la mano para recorrer las calles de esa gran ciudad, y un ángel se apareció junto a mi cada mañana cubriéndome en sus brazos.
Con tu mirada, clavada en la mía sentí celos por primera vez, por no haber sido yo quien te estrenara en el arte del amor, no haberte robado el primer beso, por no haber roto la virginidad de tu piel con mis caricias, porque no fue mi mano la que entrelazó la tuya por vez primera ni prendió en esa mirada tuya, la luz que encendió la mía, por haber llegado quizá demasiado tarde a tu vida con la frescura de mi amor.
Con tu mirada, comprendí que mi vida no había sido en vano, sin importar todo el recorrido que había tenido que hacer, ni las ropas roídas que hasta ayer cubrían mi desnudez, y que las heridas en mis pies de tanto caminar habían llegado al fin a su destino, el hogar que me regalaban los huecos de cuerpo que se amoldaban perfectamente al mío, dándome siempre una razón extra para despertar y empezar una vez más.
Con tu mirada, me enamoré, conocí la perfección, la voz de Dios, los ángeles y sus cantos, el edén prometido que pocos conocemos en tierra, viví las sensaciones más hermosas que un ser humano puede experimentar, y también con tu mirada diciéndome adiós, conocí el más cruel infierno, la soledad más absoluta, el silencio amenazante de no que no habrá un mañana, con tu mirada me diste la vida y también de a poco, me la quitas…
BR
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