de que te quiero,
que el amor que por ti siento
es tan claro y verdadero
como que en el cielo brillan
de madrugada los luceros.
No dudes jamás
de que me llevas contigo
atada a tu costado donde vayas,
acompañando tu jornada
desde que despiertas al alba
hasta que reclamas por mi abrigo.
No dudes jamás
de que te quiero
porque solamente entre tus brazos
renazco cada día y cada noche muero,
mientras tú, jardinero en mi regazo,
siembras de simiente mis senderos.
María Elena Astorquiza V.
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