La decisión es sencilla: puedo estar preso en el pasado por las maneras restringidas de pensar y ser, o puedo practicar la verdadera libertad espiritual expresando amor en todo lo que piense, diga y haga. Elijo pensamientos y palabras libres de motivos que me inciten a tratar de tener siempre la razón. Elijo actividades que alimenten mi cuerpo y mente, y que expresen la libertad de mi alma. Elijo tratar a los demás de maneras que reflejen una actitud y un espíritu de libertad y amor.
Desconozco a su autor
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