coloreadas de sombras incontables
habitante taciturno de vestido gris .
Andas con caminos cortos
la senda del delirio de mis súplicas.
Recorres mi cuerpo…te siento, te palpo.
No tienes rostro,
lo plisaste en el agotamiento de mi perfil.
Te encuentro en la huidiza penumbra
juegas la ronda de cantos sosegados
en el aislamiento del espacio estrecho
hermanado a mi ser, crispado de momentos.
Te siento en mí…
Contrastas con la belleza de la aurora
junto a ti oigo el canto del ave vecina,
me estremeces de hastío,
¿ No te cansas de herir mi cansancio?
Salió el sol…
¡No quieres irte!
No deseo que abraces mi brebaje acanelado,
marrón como el escapulario de la santa.
Oigo tu risa a carcajadas, socarrona de su victoria.
Estás quieto, hueles a triunfo,
algún día encontraré el remedio
que te hará crecer las alas del adiós…
Mariela Lugo
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