Derrama sus lágrimas en el mar porque así se confundirán con sus aguas y sólo las olas serán testigo.
Susurra a la Luna sus sueños porque sabe que ella se los guardará.
Confiesa a la Estrella más brillante su amor inconfesable, porque es la que se asoma todas las noches a su ventana (es su cómplice ).
Deposita en manos del Sol sus sonrisas porque él sabe a quien regalárselas.
Y ahora,
sin equipaje,
se siente libre para poder volar
sobre las angostas piedras de la vida
...
Maria Glez Méndez
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