en tiempos de ausencia
y ama a otra mujer, también en épocas de ausencia.
El hombre que yo amo ama las ausencias perennes.
Cuando duerme a mi lado mis ojos alargan sus manos
lo tomo en mi memoria,
lo aprisiono en ella
me aprendo y reaprendo su figura
Cuando mi cuerpo lo llama
puro fugo puro grito lo olfateo
impregno mis sentidos de olores eternos.
Transito su cuerpo con mi lengua
mil veces mil y su yo, savia en mi garganta por los siglos.
Incansablemente, me inclino con todos los sentidos puestos en él mis oídos oyen su odio, callado mis ojos se adueñan de sus ojos para continuar viendo pasar la vida infinita.
Entrego mi cuerpo al suyo para que le pertenezca sin tiempos.
Hoy, la ausencia llama de nuevo a mi puerta
¡bendito sonido silencioso, estridente!
El hombre que yo amo
nace ante mis ojos, de nuevo ausente
y yo renazco ante sus ojos convertida en Ares
Dios de la guerra y de las batallas
brutal cruel inhumano revoltoso vencido
en todas las batallas odiado por todos los dioses.
Y comienzo, de nuevo, a recorrer amores de tempestades lejanos
de locuras angustiosas de calles interminables
de siempre vestirse de nuevo
y ahogarse de silencios
para no llamarlo a voces.
El hombre que yo amo
cuando vivo en sus tiempos
odia mis cabellos canosos
y ama los de ella
Lo crispa mi palabra ansia su mensaje
retumban mis pisadas a su lado
Mi presencia es la urgencia de ella.
Enmudece mi nombre
se ausenta y entonces, regreso
¡Quizás vuelva a amarme en ausencia!
Linda López
Yaracuy Venezuela
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