en los que sientes que vuelas dentro y fuera de tu ser.
Y calla (la otra) a veces muy rara, como una extranjera
que se equivocó de lugar en la vida.
Ella tiene las flores de los jardines,
yo, los ojos empapados mirando al suelo.
Siento aromas que me despiertan y los evito,
siento manos que me invitan
a los pasos de una suave danza, las rechazo,
disimulo y quedo en los rincones inundados de humedad.
Alguien llora ahora sobre mí, esas lágrimas reclaman
mi atención,
mi tosco abrazo,
perturbado, tal vez, pero sincero y tibio, como brazos de madre.
Y rodeo el semblante que medita en mi regazo,
mi melancolía (ella) es la que empuja a posarme sobre
olas en las cumbres y nubes bajo el mar...
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
Texto publicado con autorización de su autoraY calla (la otra) a veces muy rara, como una extranjera
que se equivocó de lugar en la vida.
Ella tiene las flores de los jardines,
yo, los ojos empapados mirando al suelo.
Siento aromas que me despiertan y los evito,
siento manos que me invitan
a los pasos de una suave danza, las rechazo,
disimulo y quedo en los rincones inundados de humedad.
Alguien llora ahora sobre mí, esas lágrimas reclaman
mi atención,
mi tosco abrazo,
perturbado, tal vez, pero sincero y tibio, como brazos de madre.
Y rodeo el semblante que medita en mi regazo,
mi melancolía (ella) es la que empuja a posarme sobre
olas en las cumbres y nubes bajo el mar...
Olga Maria Sain
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