Cierro los ojos deslumbrada por la oscuridad que me ofrece un largo descanso.
La vigilia también aguarda en una esquina de la pradera esperando el sueño que me lleve -pájaro moribundo-
volando sobre el verde para dejarse morir.
Pero lo incierto hace fugaz la muerte,
un ensayo mil veces repetido, un delirio inseguro, una danza sin música, con el único compás del rumor de mis latidos.
Y en la espesura del bosque una oquedad en la piedra,
un simulacro de vientre materno para renacer.
Luego habrá que festejar la vida que se extiende sobre el abismo...
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
Texto publicado con autorización de su autoraLa vigilia también aguarda en una esquina de la pradera esperando el sueño que me lleve -pájaro moribundo-
volando sobre el verde para dejarse morir.
Pero lo incierto hace fugaz la muerte,
un ensayo mil veces repetido, un delirio inseguro, una danza sin música, con el único compás del rumor de mis latidos.
Y en la espesura del bosque una oquedad en la piedra,
un simulacro de vientre materno para renacer.
Luego habrá que festejar la vida que se extiende sobre el abismo...
Olga Maria Sain
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