La sellaste en mis labios con el último beso
y ya no pude pronunciarla.
Hoy recuerdo los signos pero no las palabras
aunque aprisioné todas las sílabas.
Ahora es un paréntesis que se hace amable con el tiempo,
el largo tiempo que transcurre sanando emociones con nuevos recorridos.
A las cicatrices las llevo maquilladas
con caricias del agua,
del viento,
del sol,
del nuevo juego de cama donde duermo.
Y sin embargo algo le falta a mi alma.
¿Una respuesta?
Los cielos callan, los sueños se encriptan,
la búsqueda se hace errática en la frontera de una videncia.
Y ni siquiera permanece el sabor de tu beso, solo queda una huella desdibujada.
Cierro los ojos, parece que te acercas.
Son mis manos acariciando mi boca
sobre el tímido sendero
de la fugacidad de una lágrima.
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
Texto publicado con autorización de su autora
Prohibida su reproducción parcial o total sin la autorización de Olga Maria Sain
y ya no pude pronunciarla.
Hoy recuerdo los signos pero no las palabras
aunque aprisioné todas las sílabas.
Ahora es un paréntesis que se hace amable con el tiempo,
el largo tiempo que transcurre sanando emociones con nuevos recorridos.
A las cicatrices las llevo maquilladas
con caricias del agua,
del viento,
del sol,
del nuevo juego de cama donde duermo.
Y sin embargo algo le falta a mi alma.
¿Una respuesta?
Los cielos callan, los sueños se encriptan,
la búsqueda se hace errática en la frontera de una videncia.
Y ni siquiera permanece el sabor de tu beso, solo queda una huella desdibujada.
Cierro los ojos, parece que te acercas.
Son mis manos acariciando mi boca
sobre el tímido sendero
de la fugacidad de una lágrima.
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
Texto publicado con autorización de su autora
Prohibida su reproducción parcial o total sin la autorización de Olga Maria Sain
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