las lunas, lo cotidiano.
Las lluvias que acarician y arrullan.
Los estíos, bravíos centinelas del tiempo.
Vamos a recorrernos
embebiendo de libertad las brisas,
las sonrisas, los consuelos, los anhelos.
Sabiéndonos regreso y dicha.
Disfrutemos la belleza de alcanzarnos con la voz,
el delirio y la sinrazón de ser uno, sin medirnos,
de ser dos, sin limitarnos.
Con el deseo latiendo en el silencio
y asomando en nuestras manos.
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
Texto publicado con autorización de su autora
Prohibida su reproducción parcial o total sin la autorización de Olga Maria Sain
Las lluvias que acarician y arrullan.
Los estíos, bravíos centinelas del tiempo.
Vamos a recorrernos
embebiendo de libertad las brisas,
las sonrisas, los consuelos, los anhelos.
Sabiéndonos regreso y dicha.
Disfrutemos la belleza de alcanzarnos con la voz,
el delirio y la sinrazón de ser uno, sin medirnos,
de ser dos, sin limitarnos.
Con el deseo latiendo en el silencio
y asomando en nuestras manos.
Olga Maria Sain
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