Es asombroso ver lo bien que el alcohólico controla a su familia especialmente a la madre y al cónyuge. Los familiares gritan, lloran, se quejan, suplican, alegan, ruegan, amenazan o ponen en práctica el tratamiento del silencio. También disimulan, protegen y defienden al alcohólico de todas las consecuencias de la bebida.
El alcohólico usa dos armas:
- Facultad de hacer perder la paciencia o provocar la ira. Si el familiar o amigo se enfurece y se vuelve hostil ha quedado discapacitado para ayudar al alcohólico, pues éste tendrá una excusa adicional para seguir bebiendo.
- Facultad de despertar ansiedad entre los familiares, logrando que se sientan obligados a hacer por él lo que sólo él debería hacer. El alcohólico bebe para escapar de sus sufrimientos y aprende a usar a la familia para escapar del sufrimiento de las consecuencias de sus borracheras. La familia sufre cuando el alcohólico bebe y sufre también con las consecuencias.
Si los familiares soportan lo peor de la bebida y asumen las consecuencias, la compasión no puede existir. La compasión está en soportar y compartir el sufrimiento de otra persona: no sufrir porque la otra persona no está dispuesta a sufrir las consecuencias. Si la familia permite que este estado de cosas continúe, el cariño se va destruyendo gradualmente hasta ser reemplazado por el temor, resentimiento y odio.
La única forma de que los miembros de de la familia de un alcohólico puedan conservar su cariño hacia él, es aprendiendo a no sufrir cuando beba y negándose a hacerse cargo de las consecuencias de sus borracheras.(Fuente: Una guía para la familia del alcohólico, Al-Anon).
FUENTE: Rpp.com
La participación de los familiares en los grupos de autoayuda revierten la ansiedad, preocupación, enojo contra el enfermo.
El alcoholismo es una enfermedad crónica mental-física-espiritual que puede tratarse, con la colaboración del entorno proximo del enfermo la mejora llega en menor tiempo.
Colaboremos.
Mary de Benítez
Publicar un comentario