Reflexionaba acerca de la felicidad, ese estado de bienestar, alegría y paz que todos deseamos experimentar. Para algunos se encuentra en la consecución de sus metas materiales, para otros depende de conseguir la persona ideal que va a liberarlos de su malestar. Muchos, por su parte, creen que ser feliz significa sentirse contentos y animados las 24 horas del día, como si estuviesen en una fiesta que no acaba. ¿Qué es la felicidad para ti?
A pesar de que cada uno de nosotros puede definirla como quiera, es claro que no es un lugar a donde ir ni algo que está fuera de nosotros como si se tratara de un tesoro que otros escondieron.
La felicidad es posible y depende de nuestra capacidad de percibir y valorar todo lo positivo que hay en nuestra vida. Somos felices a partir del momento en que nos sentimos a gusto con quienes somos, con las personas con las que compartimos la vida, con las cosas que tenemos y con las tareas que realizamos.
Cuando nos aferramos al recuerdo de un pasado triste, al vacío de lo que no hemos podido lograr, a las ideas negativas y al temor que nos causa imaginar el futuro de una forma pesimista; cuando nos negamos a aceptar lo sucedido, inclusive las pérdidas que hemos experimentado, perdemos el contacto con la felicidad. Es tiempo de cambiar algunas de esas ideas, hábitos y actitudes que nos llevan a sufrir sin ser capaces de vencer esos ciclos de malestar donde solemos meternos cuando las cosas no van bien.
Un buen mecanismo para lograrlo consiste en aprender a reconocer y valorar todo lo positivo que ocurre en nuestra vida. Seamos conscientes de todas las bendiciones que aparecen ocultas dentro de las situaciones inesperadas y aparentemente difíciles o injustas de la vida. Solo unos minutos bastan para recuperar el balance. Repite con fuerza y convicción: No voy a permitir que me quiten la oportunidad de ser feliz ahora.
Eres el único responsable de tu felicidad, eres tú quien decide estar en paz o en conflicto contigo mismo o con los demás. ¡Te deseo la felicidad!
Maytte Sepulveda
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