Una tarea suele valorarse por los resultados que se obtienen.
Es lógico que importen los resultados. Sin embargo, no se puede olvidar que el principal beneficiado por un trabajo bien hecho es la misma persona que lo hizo, independientemente de los resultados.
Se ha hecho una mejor persona. Pero también sucede lo contrario: cuando alguien realiza una mala obra, él mismo se hecho una peor persona.
Importa que toda actividad, por pequeña que sea, la hagamos bien y, por lo regular, también los resultados saldrán lo mejor posible.
2. Para pensar
Se cuenta que un hombre buscó a un pintor para que fuera a la playa a pintar parte de su barco.
Lo encontró trabajando en un taller. Se pusieron de acuerdo en el color y en lo que le pagaría por hacerlo.
El obrero llegó temprano al día siguiente a la playa con su pintura, brochas y pinceles. Comenzó a pintar el barco de un rojo brillante en las partes señaladas. Mientras trabajaba, verificó que no estuviera despintado en otras partes el barco.
Fue entonces que percibió un orificio en el suelo, y decidió repararlo.
Cuando terminó de pintar, fue con el dueño y recibió su dinero.
Al día siguiente, el propietario del barco llegó temprano a la casa del pintor, quien pensó que le haría unos comentarios de su labor pero no fue así. El señor sacó de su cartera un cheque y dándoselo le dijo: “Esto es para Usted”.
Cuando vio el cheque casi se desmaya por la cantidad tan grande.
El pintor sorprendido y le dijo: “Pero señor, ¡es un error!
Usted ya me pagó por mi trabajo”.
El señor le explicó: “No hay error mi querido amigo. Déjeme explicarle.
Cuando le pedí que pintase, olvidé hablarle del orificio.
Cuando el barco se secó, mis hijos subieron y salieron de pesca.
Yo no estaba en casa en aquel momento.
Cuando volví y me di cuenta que habían salido con el barco, quedé desesperado, pues recordé que el barco tenía un agujero.
Imagine mi alivio y alegría cuando los vi retornando sanos y salvos.
Revisando vi que el orificio había sido sellado perfectamente.
¿Percibe, ahora, lo que hizo? ¡Salvó la vida de mis hijos!
No tengo dinero suficiente para pagarle por su “pequeña” buena acción”.
3. Para vivir
Si por un motivo humano interesa hacer bien las cosas, cuando es por una causa sobrenatural
resulta justificado poner más empeño.
San Josemaría Escrivá instaba a que no despreciásemos, equivocadamente, las cosas que nos parecen pequeñas y añadía: “me diréis que todos esos detalles son pequeñas pinceladas, sin categoría. Os contesto enseguida que las pequeñas pinceladas no carecen de importancia; fijaos que quinientas, mil… ¡bien trazadas!, hacen un cuadro, una obra de arte”.
Y recordaba los versos de un poeta castellano:
“Despacito y buena letra;/ el hacer las cosas bien/ importa más que el hacerlas.”
Pbro. José Martínez Colín
El obrero llegó temprano al día siguiente a la playa con su pintura, brochas y pinceles. Comenzó a pintar el barco de un rojo brillante en las partes señaladas. Mientras trabajaba, verificó que no estuviera despintado en otras partes el barco.
Fue entonces que percibió un orificio en el suelo, y decidió repararlo.
Cuando terminó de pintar, fue con el dueño y recibió su dinero.
Al día siguiente, el propietario del barco llegó temprano a la casa del pintor, quien pensó que le haría unos comentarios de su labor pero no fue así. El señor sacó de su cartera un cheque y dándoselo le dijo: “Esto es para Usted”.
Cuando vio el cheque casi se desmaya por la cantidad tan grande.
El pintor sorprendido y le dijo: “Pero señor, ¡es un error!
Usted ya me pagó por mi trabajo”.
El señor le explicó: “No hay error mi querido amigo. Déjeme explicarle.
Cuando le pedí que pintase, olvidé hablarle del orificio.
Cuando el barco se secó, mis hijos subieron y salieron de pesca.
Yo no estaba en casa en aquel momento.
Cuando volví y me di cuenta que habían salido con el barco, quedé desesperado, pues recordé que el barco tenía un agujero.
Imagine mi alivio y alegría cuando los vi retornando sanos y salvos.
Revisando vi que el orificio había sido sellado perfectamente.
¿Percibe, ahora, lo que hizo? ¡Salvó la vida de mis hijos!
No tengo dinero suficiente para pagarle por su “pequeña” buena acción”.
3. Para vivir
Si por un motivo humano interesa hacer bien las cosas, cuando es por una causa sobrenatural
resulta justificado poner más empeño.
San Josemaría Escrivá instaba a que no despreciásemos, equivocadamente, las cosas que nos parecen pequeñas y añadía: “me diréis que todos esos detalles son pequeñas pinceladas, sin categoría. Os contesto enseguida que las pequeñas pinceladas no carecen de importancia; fijaos que quinientas, mil… ¡bien trazadas!, hacen un cuadro, una obra de arte”.
Y recordaba los versos de un poeta castellano:
“Despacito y buena letra;/ el hacer las cosas bien/ importa más que el hacerlas.”
Pbro. José Martínez Colín
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