En esas épocas turbulentas, apresado en la ciénaga del dolor, es cuando más necesitas confiar en Mi, aunque te cueste.
Yo nunca te dejo a merced del mal y estoy allí en ese desierto, aunque no me sientas y maldigas.
Tienes que pasar por esas pruebas porque sólo en la adversidad te conoces y calibras la hondura de tu fe y tu amor.
Si te serenas verás que el dolor y la angustia brotan de tu mente y tus reacciones, no de la realidad.
Todo es más llevadero si miras a tu alrededor y ves a otros superando penas más horribles y creciendo con ellas.
Claro que no es fácil, pero tú también puedes, y la verdad es que nunca te llega nada que no puedas soportar.
Fuente: EPYA
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