La incertidumbre puede convertirse en una oportunidad para enriquecer nuestra experiencia de vida. Y es que vivimos acompañados por ella la mayor parte del tiempo; sin importar el nivel de planificación que tengamos hacia los eventos futuros, siempre se podrá presentar lo inesperado. No podemos saber a ciencia cierta lo que ocurrirá después, y si tenemos una necesidad de control, nos sentiremos nerviosos y muy afectados por ella.
Constantemente tenemos que tomar decisiones, y muchas de ellas debemos tomarlas a ciegas. Esto hace que en la mayoría de los casos alarguemos el proceso, pensando en todo lo que puede suceder, o más bien, tratando de suponer todo lo que puede impedirnos obtener el resultado que buscamos; es así, como nos volvemos más inseguros y pesimistas con el transcurrir del tiempo.
Para ganar confianza al momento de tomar decisiones, necesitamos prepararnos para aceptar lo que suceda. Si no es lo que esperábamos, nos toca entonces aprender de esa experiencia, y si el resultado es positivo, porque satisface nuestra expectativa, poder disfrutarlo.
Muchas personas viven buscando señales que de alguna manera les muestren lo que puede ocurrir, para así tomar decisiones con más certeza, sin darse cuenta de que esta actitud también puede llevarles a volverse susceptibles de ser afectados por los comentarios y las experiencias negativas o fallidas de otros.
También están lo que optan por dejar de actuar para ponerse pasivamente en manos de alguien más, resistiéndose a asumir la responsabilidad de sus vidas en un momento dado, corriendo el riesgo de vivir situaciones graves y complejas porque no se parecen a lo que ellos quieren experimentar.
Para mí, escuchar nuestra voz interior, enfocándonos en trabajar y hacer cuanto sea necesario con optimismo y confianza en nosotros y en la Divinidad, para aportar nuestro mejor esfuerzo y actitud al proceso de conseguir u obtener lo que deseamos sin pensar en si lo lograremos o no, es la forma más asertiva de gestionar la incertidumbre, convirtiéndola en un aliado para nuestro enriquecimiento personal.
Maytte Sepulveda
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