ni la luz de tus amaneceres,
me disiparé entre cortinas de humo
volviendo al silencio de mi alma
Ya no seré la sonrisa de tus ojos
ni el brillo de tus labios,
escondiendo el calor de mi corazón
entre el hielo de los silencios
Ya no seré la sirena de tus mares
ni el tatuaje grabado en tu piel,
secando mis lágrimas de sangre
entre las comisuras de unos labios vacíos
Ya no seré la estrella que guíe tus pasos
ni la mano que aplaque tu mirada,
guardando en el bolsillo de mi lecho
las caricias abandonadas
Ya no seré la tinta de tus versos
ni la pluma de tu musa,
aparcando las notas de poesía
en el confín de mi mirada.
María Glez. Méndez.
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