Y mí memoria no sabia de ternura...
Y uno eran muchos... Y el silencio era ruido...
Llegó él, con sus manos vacías...
Ofreciendo penumbras, castillos de cartón...
Sanado dejos, besando mis espinas...
Y sabiéndome suya, me llamó por mi nombre...
Y supe que era él... Es él...
Beatriz Fonnegra.
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