No me acostumbro a los colores de este mundo en gris desde que tu te fuiste, a escuchar nuestras canciones sin que tu voz ronca desentone la letra, a beber una copa de vino sin que me estreches entre tus brazos, al olor de tu piel, al perfume exquisito del albornoz que usaba después de una ducha, a la comida insabora para mi paladar porque no la haces tú, no me acostumbro a este amor que me brota del pecho y que tú no quieres recibir.
No me acostumbro a callarme tantas historias que tenía que contarte, a tragarme los besos que necesito darte, y a cerrar mis manos por no tenerte cerca y poderte acariciar, tantos “amor” se han ido por la coladera sin que llegues a escucharlos, no me acostumbro no poder darle gracias a Dios porque estás a mi lado y por el contrario pedirle que me de la fuerza para sobrevivir este infierno llamado vida, sin que tú estés conmigo.
No me acostumbro a que solo haya un vaso en la cómoda, que las velas ya no se enciendan, al silencio eterno de esta casa, a ver películas sin tener que comentarlas contigo, a salir a divertirme mientras mi alma llora, a hablar de ti en pasado cuando te necesito en mi futuro, a festejar sin tu compañía, no me acostumbro a tener que sonreír de forma vacía, a esta libertad que me esclaviza en tu recuerdo, no me acostumbre, mi amor, no me acostumbro.
No me acostumbro a estar sin ti, y no quiero hacerlo, porque la esperanza de volver a tu lado es la que me mantiene en pie, porque la ilusión de volver a abrazarte me despierta todos los días y si Dios y la vida me dan esa oportunidad, no te voy a soltar más nunca, que me sorprenda la muerta eterna cuando tus labios se peguen a los míos y tu cuerpo sostenga el mío, entonces, y solo entonces, sabré que no habré vivido en vano, y mi muerte tendrá un verdadero sabor a dulce.
BR
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