todo pintado de rojo
fundiéndose en el mar
en un mágico abrazo.
Estaba teñido de sol,
de ocaso encendido
y empapado de amor
cual amante furtivo,
testigo ante el mundo
de ansias eternas
y deseos profundos.
Y yo que lo miraba
con la vista perdida
desde mi playa calma
y de olas dormidas,
a solas te hablaba
sin voz ni palabras
en tanto mi alma
en mi pecho ardía,
recordando tus besos
y tu boca sedienta
bebiendo en la mía.
María Elena Astorquiza V.
Publicar un comentario