como un árbol en otoño,
con esas cosas que me dices
apasionado y sin medida,
mis mejillas se convierten
en dos rosas encendidas.
A tu lado me estremezco
con el vaho de tu aliento
como rama temblorosa
sacudida por el viento.
Son las hojas mis ropas
que una a una van cayendo
mientras tu mirada curiosa
me desnuda lentamente
y tú impaciente te imaginas,
bebiendo vino en dos copas.
María Elena Astorquiza V.
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