aunque no lo entienda, aunque lo rechace.
En el extremo del ovillo que rodea el parque
mis manos tropiezan con las hebras de la tarde.
Ella va bordando en el suelo, con las ramas de los árboles,
redes que aguardan la silueta de las aves.
El silencio son almas con su escondido lenguaje,
gestos entre luces que se desnudan distantes.
Allá el aroma es ausencia que pide su fragancia al aire
olvidando el esplendor de nuevos rosales.
¿Tal vez espera la brisa de lejanos mares?
Ven gélido presentimiento y dime cómo haces
para que el silencio grite...
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
Texto publicado con autorización de su autora
Prohibida su reproducción parcial o total sin la autorización de Olga Maria Sain
En el extremo del ovillo que rodea el parque
mis manos tropiezan con las hebras de la tarde.
Ella va bordando en el suelo, con las ramas de los árboles,
redes que aguardan la silueta de las aves.
El silencio son almas con su escondido lenguaje,
gestos entre luces que se desnudan distantes.
Allá el aroma es ausencia que pide su fragancia al aire
olvidando el esplendor de nuevos rosales.
¿Tal vez espera la brisa de lejanos mares?
Ven gélido presentimiento y dime cómo haces
para que el silencio grite...
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
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Prohibida su reproducción parcial o total sin la autorización de Olga Maria Sain
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