mis huellas van señalando otros senderos por donde transitar
una ruta diferente que vaya hacia el este.
El sol hace sus guiños tras las nubes,
la luna me desorienta dejando que duerma hasta el amanecer.
¡ Y yo quiero ir al mar !
Huelo su salitre, oigo su murmullo,
pero mis pies se enredan en la maleza
entre el barro y las raíces desprendidas.
¿Acaso su sonido solo se agita en mi cabeza?
El dolor de las manos con arañazos de los espinos
aguijonea mi memoria detenida en un beso,
un beso al vacío,
el aroma de la búsqueda,
rosas marchitas en mis brazos,
una ausencia que se enciende
cuando el rayo cae porque tal vez lo he retado.
Un dios lejano habla con la ira de mi frente.
Abrazo las rosas para caer desde y sobre ellas.
Y allá, donde el ruge el torrente indómito entre las rocas
de una hondonada
deliro con mi mar.
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
Texto publicado con autorización de su autora
Prohibida su reproducción parcial o total sin la autorización de Olga Maria Sain
una ruta diferente que vaya hacia el este.
El sol hace sus guiños tras las nubes,
la luna me desorienta dejando que duerma hasta el amanecer.
¡ Y yo quiero ir al mar !
Huelo su salitre, oigo su murmullo,
pero mis pies se enredan en la maleza
entre el barro y las raíces desprendidas.
¿Acaso su sonido solo se agita en mi cabeza?
El dolor de las manos con arañazos de los espinos
aguijonea mi memoria detenida en un beso,
un beso al vacío,
el aroma de la búsqueda,
rosas marchitas en mis brazos,
una ausencia que se enciende
cuando el rayo cae porque tal vez lo he retado.
Un dios lejano habla con la ira de mi frente.
Abrazo las rosas para caer desde y sobre ellas.
Y allá, donde el ruge el torrente indómito entre las rocas
de una hondonada
deliro con mi mar.
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
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