Jose Luis Duarte Jose Luis Duarte Author
Title: Como educar a los hijos sin premios ni castigos
Author: Jose Luis Duarte
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Tal vez para algunas personas pueda sonar ilógico esto de educar a los hijos sin premios ni castigos; simplemente porque es la forma tradici...
Tal vez para algunas personas pueda sonar ilógico esto de educar a los hijos sin premios ni castigos; simplemente porque es la forma tradicional de hacerlo, en la casa, en la escuela… generaciones enteras han sido criadas así. Yo no.

No tengo recuerdos en que haya recibido castigos. Lo que recuerdo es a mis papás hablando calmadamente conmigo sobre lo que había hecho mal y las consecuencias que podría haber. Tampoco recuerdo haber recibido un regalo por haber hecho algo bien, sino porque mis papás me daban una muestra de amor sin ninguna razón en particular. Por eso estoy convencida de que se puede educar a los hijos sin premios ni castigos.

¿Qué hay de malo con educar a los hijos por medio de premios y castigos?

Los premios y los castigos son una forma de control utilizada para “educar a los hijos” tanto por padres como por maestros porque es necesario “cachar” a los niños siendo “buenos” para darles un premio y “cacharlos” siendo “malos” para castigarlos. Esto implica que el responsable es el adulto, no el niño. Es decir, ¿qué pasa cuando el adulto no está presente? que el niño no aprende a ser responsable de su comportamiento.

La lista de premios y castigos para educar a los hijos es interminable. “Si sales bien en la escuela te llevo al cine”, “Te vas a la silla de pensar 3 minutos porque le pegaste a Jaimito”, “Te quedas una semana sin ver la tele porque no te comiste las verduras”. Ya no sabemos ni qué inventar para que un niño haga caso o para controlarlo.

Ahora, piensa en los premios y castigos que recibiste. Honestamente, ¿funciona esta forma de educar a los hijos?

Los premios y castigos parecen funcionar por un tiempo, pero de pronto parece que la magia se esfuma. ¿Por qué? Mira lo que dice John Holt:

Si alguien está haciendo algo por su propio placer y le ofreces algún tipo de premio externo por ello, y haces que esa persona se acostumbre a realizar esa tarea para recibir ese premio, dejará de hacerlo en cuanto dejes de dárselo.

Los premios no tienen nada de malo en una competencia deportiva; pero no se puede premiar a un niño por comer o por recoger sus juguetes.Se le puede reconocer el esfuerzo y felicitarlo pero no darle un premio.

No me malinterpretes, no estoy diciendo que jamás le des un regalo a tu hijo. Lo que digo es que se los des porque te nace, no le pongas como condición portarse bien o hacer x cosa para obtener ese regalo.

En cuanto a las consecuencias de los castigos te comparto las 4 R’s de Jane Nelsen al respecto:
  1. Resentimiento: “Es inútil, no puedo confiar en los adultos”
  2. Revancha: “Ustedes ganaron ahora, pero yo ganaré después”
  3. Rebeldía: “Haré todo lo contrario para probar que yo no tengo que hacer lo que ustedes quieren”
  4. Retraimiento: genera dos comportamientos. Evasión: “La próxima vez no se darán cuenta” y/o baja autoestima: “Soy una mala persona”
¿Qué alternativa hay para educar a los hijos sin castigos?

Muchos padres se niegan a dejar de usar los castigos como método para educar a los hijos debido a que erróneamente piensan que la única alternativa es la permisividad. Los niños criados con permisividad utilizan su energía y su inteligencia para manipular y buscarán una y mil maneras de que se satisfagan todos sus deseos. Esto no es saludable al educar a los hijos, ni para los niños, ni para los padres.

Lo mejor para educar a los hijos es una disciplina que funcione a largo plazo, que no sea comprada con un premio ni bajo la amenaza de un castigo. Es decir, educar a los hijos para que sean responsables y adquieran autocontrol y autodisciplina.

Si en vez de usar premios y castigos para educar a los hijos les ayudamos, los guiamos como un “coach” a evaluar las consecuencias lógicas y naturales de sus actos irán, con el paso del tiempo, asumiendo dichas consecuencias y reflexionando acerca de otras alternativas.

Como resultado, el niño aprende a regular su propio comportamiento; no depende del adulto para decirle si merece un premio o un castigo. Para educar a los hijos debemos convertirnos en guías y no en controladores.

Roxy González


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