¿O te angustia darte cuenta de que, en muchos aspectos, no lo tienes?
Las variables de lo que sucede a nuestro alrededor son inmanejables. Si en algún momento tienes la impresión de que manejas lo que te sucede, lo que se te presentará o lo que harán los demás, será una mera casualidad.
Pero hay mucho que sí puedes hacer:
Prevenir: esto no te salva por completo de que te sucedan acontecimientos indeseables, pero puede ayudar a que, algunas cosas salgan un poco mejor y obtengas mejoras en: calidad de vida, salud, relaciones personales, entre otras áreas importantes.
Ser pro-activo: haz lo que esté a tu alcance. Esfuérzate un poco más, ve más allá de tus límites, sin que esto implique que te sobretensiones, que la ansiedad te domine, que no puedas manejar tu nivel de estrés. En caso contrario, vuelve a los límites conocidos y espera una mejor oportunidad para tratar de ampliar lo que haces.
Responsabilizarte: saber cuál fue tu grado de participación para que algo sucediera -o dejara de suceder- y entender de qué manera, en el futuro, puedes evitar que vuelva a repetirse. Sin culpar a nadie, solo teniendo en cuenta que a veces logramos nuestro objetivo y otras veces, esto no sucede.
No tensionarte porque nadie cumple tus expectativas: quienes tratar de controlar todo, extienden esto a la gente que los rodea. Salvo en entornos muy estrictos (por ejemplo, manipulación de máquinas en una fábrica), considero que es imposible que la gente haga todo lo que deseamos, tal cual lo imaginamos, el cien por ciento de las veces. En algunas ocasiones sucederá, en otras obtendremos algo parecido y en las restantes, harán las cosas con su sello personal. ¡Esta opción tal vez nos resulte útil, también! ¡Y nos sorprenda gratamente! Imaginar que la gente piensa igual que nosotros y debería tener todas las reacciones que esperamos lleva a la frustración. Aceptarlos como son, darnos cuenta que los queremos igual y valorar todo lo bueno que tienen abren una puerta totalmente distinta.
Dejar de intentar controlar la vida de los demás: una cosa es acompañar, guiar, actuar como padre o madre con tus hijos, aconsejar. Otra muy distinta es querer manejar las acciones y las decisiones de los otros y enfadarte si no siguen estrictamente tus lineamientos o si, por azar, se les presentan problemas que tú crees que podías haber evitado (corresponde al proceso de aprendizaje de ellos, sean niños o adultos).
Ya no pelees más contra los molinos de viento. Baja el nivel del control que intentas tener sobre todo y sobre todos y, con esta actitud relajada, disfrutarás aún más de tus días y de quienes te rodean.
¿Te consideras una persona controladora?
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