Sed de amargo sabor,
quema con frío,
hiela con fuego.
El llanto intenta caer sobre mis labios,
pero solo es arena del desierto.
El sabor de nada...
evoco el néctar de los frutos del bosque
y la hiel se descompone en silencio en la garganta.
¿Quien me ofrece un seco racimo de vid después de apurar las uvas?
Mustios tallos para una hoguera que el rayo enciende,
bengalas que se angostan como fuegos fatuos, evanescentes.
Un delirante empeño por asir el espejismo del cristal de un vaso vacío.
Quizás mi sed se apague lamiendo su transparencia.
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
Texto publicado con autorización de su autora
Prohibida su reproducción parcial o total sin la autorización de Olga Maria Sain
quema con frío,
hiela con fuego.
El llanto intenta caer sobre mis labios,
pero solo es arena del desierto.
El sabor de nada...
evoco el néctar de los frutos del bosque
y la hiel se descompone en silencio en la garganta.
¿Quien me ofrece un seco racimo de vid después de apurar las uvas?
Mustios tallos para una hoguera que el rayo enciende,
bengalas que se angostan como fuegos fatuos, evanescentes.
Un delirante empeño por asir el espejismo del cristal de un vaso vacío.
Quizás mi sed se apague lamiendo su transparencia.
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
Texto publicado con autorización de su autora
Prohibida su reproducción parcial o total sin la autorización de Olga Maria Sain
Publicar un comentario