El día que te atrevas a abrir tus brazos y sentir la verdadera libertad, comprenderás que se puede pertenecer a alguien en sentimiento, cuerpo y mente y que es la mayor independencia de la que un ser humano es capaz, puedes estar firmemente atado a la existencia de alguien y justo así es como conoces la fuerza que te impulsa a volar tan alto que nada ni nadie te alcanza, y aprendes, con el tiempo y lo profundo del sentimiento a vivir plenamente.
El día que te atrevas a vivir tus sueños y no sea el orgullo el que hable por ti, tal vez comprendas que no hay felicidad más grande que esa, que la soberbia es un estorbo en la humanidad, que la dignidad no debe confundirse con estupidez, y tal vez así logres despojarte de ese disfraz de fuerza que sólo nos muestra lo débil que eres, y te permitas por primera vez experimentar la verdadera felicidad y el valor que requiere la vida misma.
El día que te atrevas a cortar esa flor que ves en el jardín a tu paso, te sorprenderás al ver que lejos de morir, abrirá sus pétalos en tu ventana, y te inundará con su frescura, su perfume y sus colores, y alegrará tu casa como nunca antes lo habías vivido, y el jardín aquel, tendrá otra flor que suplantará a la que tu cortaste, y se llenará a su vez de más colores y perfumes para adornar tu paso y recordarte que lo más sencillo es lo que más se disfruta.
El día que te atrevas a amar no querrás volver a la soledad asfixiante que ahora vives, te darás cuenta que nadie, por muchos errores que haya cometido, merece el desdén que tú le haces a mis sentimientos, te darás cuenta el grandísimo error que cometes al maltratar mi corazón, porque nadie en toda tu vida ha luchado por ti como he hecho yo, y tú, cual si fueras Dios, te crees con la razón de maldecir mi amor, cuando es de lo poco bueno que te ha ocurrido en la vida.
BR
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