Renaciendo de tus cenizas el eras que arrojaste.
Remiendo las grietas de las promesas de serte eterno,
Y te convierto en mi instante inmortal,
Te resumo en mis manos, te abrevio en mi piel,
Y me llamo por un segundo tu nombre
Y los gemidos ahogados se miran en nuestros ojos...
Y te engendro en mis labios,
Deslizando pensamientos impensables por mi espina dorsal,
Y somos hasta el punto de dejarnos ser,
Y de pronto te sanas en mi cuerpo, te alivias en mi alma...
Y nos conjugamos sin sernos verbo,
Y nuestras manos leen nuestros cuerpos,
Nos enredamos, nos dilatamos, nos parimos en el llanto de la sábana...
Cómplice de un nosotros...
Beatriz Fonnegra.
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