que me envuelven entera
mientras dices mi nombre
cuando la noche llega,
mi piel se perfuma
con tu aroma de hombre
que huele a praderas,
a trigales, a miel
y a bosques de robles.
Me deshago en tu abrazo
de mares profundos,
de arena y sargazos,
de olas heridas
por los besos ardientes
de un sol moribundo
y complacida te acojo
en mi tibio regazo
y mi húmedo vientre.
María Elena Astorquiza V.
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