cruzan las calzadas las casacas frías
ellas no resguardan el frio de la soledad,
es el flemático paso del abandono
atónito de las tinieblas sin lunas,
encuentran el hambre de la noche mezquina,
se crispan las manos de los sonámbulos sin techo
sus cuerpos llagados se visten de hastío,
caen los antifaces pintarrajeados de compasión.
Te dan un mendrugo y siguen su paso
taciturno y oscuro…
Mariela Lugo
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