y vino el hombre
con los cirios blancos
una inercia dolorosa y tibia
llenó de dolor toda esperanza.
Era la cajita del recuerdo
para la mujer blanca como el sol
sus manos cansadas reposaban
de cortar retazos de corazón.
Sus ojos llorosos ya no brillan
sequé cada lágrima en mi piel
me traje su suspiro entre las manos
para viajar con él en algún tren.
La tarde espera tu presencia
para bordar la calle moribunda,
dejaste en mi,
la herida mas profunda...
Mariela Lugo
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